Ganas de vivir mejor (cuento).

poema de Daleba

Vivo en Lima alrededor de 7 años y aún no logro comprender por qué reinan tantas esperanzas en las personas. ¿Por qué existe un sueño de mejor futuro en las manifestaciones de la avenida Salaverry? ¿Por qué los ecologistas siguen con sus campañas? Nada de esto tiene sentido, ahora que la vida del planeta tierra está en cuenta regresiva.

Seño! ¿A cuánto está la cajetilla de cigarros?- pregunto animado- ¡hace un frío tremendo!
- Lo siento joven se me ha prohibido vender eso- dice la jorobada y longeva señora- es el mal del planeta dicen, destruye vidas no más.
La señora, como todos, piensa que hay salvación. Pobre ilusa. Pero bueno, no puedo ir andando por la calle diciéndole a la gente qué hacer ¿no?
Después de mucho tener alzada mi mano, tomé un carro a la “Central de Protección Planetaria N°14”. Es el lugar donde trabajo –algo hipócrita de mi parte-, es el laboratorio más pequeño pero ayuda a la noble causa tercermundista.
Saludé a todos como es normal; mis compañeros, desde que empecé a trabajar acá, son personas con una creencia muy humilde de que soy un desaforado más y sin ninguna pisca de fe. En cierta parte es cierto, pero aunque diferimos en mi postura existencialista, los quiero como hermanos.
Como era común, Marcos estaba reclamando cómo era posible que no se hayan refaccionado los sistemas y válvulas de aire limpio. Él es el responsable de que todos podamos respirar dentro de la cápsula; sin él no podría quejarme de todo esfuerzo humano por resolver el problema que nos dejaron esos hijos de puta del año 2000.
Un poco más por zona de trabajo encuentro a siempre simpática Cristina. Es la persona más feliz que alguien en Nova Tierra puede encontrar: siempre positiva y vive cada día como si fuera el último. Ella se encarga de que las personas confíen en nosotros y nos dejen trabajar tranquilos. Ellos confían, nosotros trabajamos, ellos respiran.
En fin, todos son felices con esas vidas mediocres: encerradas en una bola de cristal con oxigeno artificial alrededor de tierras tóxicas y mares sin vida alguna.
-Dulce hogar. Al final puedo tener paz-Mirar esas caras alrededor mío me enferman, creen que son lo máximo y piensan que los recordarán como héroes. Cosa que nunca serán.
Lo curioso de todo esto es que el peligro al que yo me refiero no se encuentra dentro de esta “pecera humana”, sino afuera. Los valientes y estúpidos, que decidieron quedarse afuera, es porque pensaron que la situación iba a salir bien y sin necesidad de cambios, se transformaron en seres anormales, sin sentimientos y sin ningún razonamiento. Solo se dedican a comer y lamentar.
La capa que cubre Lima y otras partes de Nova Tierra son resistentes pero ¿hasta qué punto? Soy consciente de los años que hemos vivido acá y la vejez de esos cristales. No van a soportar más de este año, pero como siempre, nadie me hace caso.
Hey Carlos!-alguien me saluda mis espaldas- ¿Qué pasó? ¿Por qué te vas tan temprano?
No sé la verdad-miento- no me siento bien. Ayer me peleé con mi esposa y pues quiero descansar-sigo mintiendo.
Fue un viaje largo desde el paradero hasta mi casa donde solo vive el recuerdo de los valientes que se creyeron inteligentes, menos que yo, claro está. Es hora de cambiar de ambiente, tal vez acompañe a mis amigos de la infancia a ese espectáculo que darán los más ancianos de Lima, para poder revivir aquellos años donde pensábamos ser grandes máquinas del saber.
Tres malditas horas esperando a que estos vejetes hablen y ni si quiera aparecen-se queja Marcos como siempre- espero que valga la pena.
¿Si hablas así de los viejos cómo será de nosotros?-comenta Laura, una chica extrovertida llena de secretos.
¡Ja Ja ja! Es increíble que sigamos siendo amigos, con peleas cada vez que nos vemos-digo algo para no quedarme atrás en la conversación y que no vean mi preocupación, siento que algo está a punto de pasar.
El mundo color de rosas lleno de armonía, amor y paz que uno sueña cuando es niño, ahora ya no es realidad, ni en el pensamiento del hombre más longevo e imaginativo. Todos podemos suponer que en los jóvenes se encuentra esa alma constructora de ilusiones y que, a pesar de todo, ellos lograrán sacar al planeta de su maldito infierno. Ergo, estructurar una nueva calidad de vida. Sin embargo, yo no soy uno de ellos.
¿Qué pasa? ¡¿Dónde están todos?!- grita una joven que se quedó sin padres.
¡Auxilio! ¡Ahí vienen los mutantes!-vociferan todos los que, con un poco de esfuerzo, logran correr hacia el centro de la ciudad.
Qué ironía-pienso en voz alta-, pensé que se iban a tardar menos.
¿Será que tanto pesimismo guardado hizo que las cosas resultaran así? No lo sé… Se lo dejo a toda la humanidad que aún tiene esperanzas por una vida mejor. Al final de cuentas son ellos los que vivirán esta desdicha. Yo ya la he vivido.

Comentarios & Opiniones

Joelfortunato

Saludos. Felicitaciones. Buena obra, especiales mensajes, un gusto de lectura.

Critica: 
Daleba

Muchas gracias por tu comentario. Saludos.

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