MIS HERMANOS INDIGENTES.
poema de norberto
Despilfarraron la gracia de reir;
pues la decada en negros corceles,
pastaron sus soles y sus verjesles.
¡Que pena! dejaron sus flores partir.
Hoy tranquean sobre piedras y abrojos;
por las calles con arboles desnudos,
los amoniacos y rostros ceñudos,
comparten la demencia; a su antojo.
El dedo juzgador los recrimina;
a media los esfuerzos del estado
triunfa; la reveldia los domina.
Una indisoluble herida al costado;
como la delincuencia que hace cortina,
al amor y a la paz de los poblados.
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