Ojo perdido

Sí, había que volverse loco,
no encuentro sentido para no,
me cuesta encontrar mi ojo,
me cuesta olvidar tus labios
u pronunciar tu ser frío.

Pretendía figurar tu cuerpo en algunas líneas,
entre tantos caminos que siguieran esta franja
de letras que a ningún lugar te llevan ni te traen,
pero termine caminando al otro lado del camino;
uno en el que la muerte no es de temer ni anhelar,
uno en el que la realidad y la existencia vacilan
incesantes en una danza fina, vulgar, cruel, compasiva.

Vuelvo de alguna manera a ti, el tiempo no pasa
intacta cual fuera fotografía, qué será de ti aquí,
en el ahora ¿Tú vista estará en el presente?
tus ojos habrán acaso cambiado su color,
tu pupila se expenderán, se contraerán
cómo un minino, un niño, como el lente
qué de alguna manera te fotografío
desde el vacío de un espacio frío,
espacio atemporal dentro mío.

No nació ninguna curva, seno, culo, vagina
u destello dorado que cegará la lujuria
y le abriera las heridas a mis adentros,
germino tan sólo un mensaje de mi voz:

“En otra vida no me conozcas ni me extrañes,
no pretendo ser una fotografía en el amor
ni siquiera quiero perder de vista el camino
o dejar de navegar y terminar en tu destino”.

Supongo que ahora tengo que hablarme yo,
o tan sólo escribir algo detrás del plástico:
“Para que ninguna vida más sientas frío
y tu ojo deje de buscar lo perdido
ni vuelvas hacer el reflejo
de un espejo fotografía.