Junio por la tarde

Las nubes se encontraban tan resplandecientes que, si se apagase la luz del sol durante 5 minutos, nuestros rostros se ilumiarían como nunca lo han hecho.

El cielo se encontraba tan azul que, si lo tocasemos con la yema de un dedo, nuestra mano comenzaría a tornarse azul, el azul más bello que pueda existir.

El pasto lucía tan radiante que cualquiera que caminase sobre el quemaría sus pies.

Era un dia hermoso y tu no estabas ahí para contemplarlo.
Te arrebataron la dicha de apreciar la belleza de nuestro universo, alimentado por el amor que nos profesamos.

Me impresionó que aun después de tan trágico evento, todavía pudiese contemplar tal belleza.
Creí que después de ese día, nunca volvería a sentirme vivo, sin embargo, me equivoque.