Soledad

Tu siempre conmigo,
me acompañas intimamente
mientras busco anhelante
mi ubicación en el cosmos.
Soy un ausente de la vida
sin besos, sin caricias,
sin ojos que penetren
en mi espíritu.
Ojos cálidos de mujer,
como muérdago sagrado,
o canelo que me arrebate
al encuentro con los espíritus
indomables de los cielos.
Soy manantial que avanza
lentamente
hacia el caudaloso río
de la serenidad.
Pero, ¿por qué tardas
tanto en ser mia?.
Serenidad, te necesito
a mi lado como al mar
proceloso o al sol
de mediodia.
Ímpetu y grandeza,
borrasca y poder
en el cenit del verano.
Te necesito sin tardanza,
para que abras mi corazón
y lo llenes con el perfumado
aroma de la dicha.
Te quiero transformada en sándalo,
en incienso, en mirra,
como cuerpo humano
dispuesto a cruzar
el umbral de la eternidad.
¡Serenidad!, ¡mujer!,
ya te aproximas a mi senda,
cada día tu camino
es más raíz con el mío.
Y en la fusión
contemplaré la vida
con una emoción más
palpitante y agreste
por siempre jamás.