DES ESPERA

Después de todo,
ensayos de versos
confundidos y velados,
sigo mirando al espejo,
una Alicia mareada en
el carrusel del espejo.
Me busco del otro lado,
entre muecas y caretas.
El hartazgo
me domina
y me retuerzo, gozosa,
en el chiquero
del dolor sordo y perenne
que habita mi pecho.
Le imploro piedad al reflejo,
que me grite esa verdad
de dientes afilados,
que me libere
y me diga, por fin,
por qué
o quién
soy.

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