Mi castigo.

Desiste la ola de tu cuerpo y el verso no es en si un verso,
es un texto enlazado a tu cuerpo y mi templo es el pellejo donde viven mis momentos,
siempre hay mar para tu desierto, siempre hay volcán que deshaga el firmamento,
me expongo en el momento y suavizo la locura,
la locura de perderte y recordarme entre tu pelo.
Por fin soy trigo para el campo, el cielo para aves que vuelan enjauladas,
porque los límites son extensos y carician tu mirada,
porque el mar siempre fue pequeño si se trataba de tus besos,
porque siempre te he amado, aunque el viento ya no pinte en mi cuaderno,
aunque el cielo ya no sirve de unión entre mi cielo y tu pecho.
Fui un cobarde por rozarte con mi cuerpo, fue triste la despedida,
como lo fueron tus besos en mis sueños, que delicada caricia me brindaste,
que delgada es la línea que separa nuestros cuerpos,
que triste final para un Marzo tan entero.
Deje mis llaves en tu alma por si quisieras volver,
pero las cosas con el tiempo se óxidan y dudo de tu regreso,
las llaves se han deteriorado y el castigo es vivir sin besar tus besos,
mi castigo es recordarte y que el calor me falte en cada aliento,
mi castigo de por vida será amarte sin tocarte,
será ser manco para tu estante y loco para tus pases,
ojalá no te hubieras ido de mis dos valles,
de mi corazón y de mi vida, pues el castigo de ello es romper ambos valles cada día,
como si no importara nada, como si tu suspiro fuera una roca,
como si mi vida no fuera mía, cuando siempre me he vuelto loco por amarte,
mi castigo es perderte y desearte y que la poesía me haga sangre.