Hace tiempo

...
y no habré de buscarte
con mi pierna, ni con mi cadera
y ni jamás he de ir por la vida
confundiéndome de puerta o de astro; jamás
la leve vía me dio comunidad: el
rostro invadido de trenes
y de especies de aguja: selvas solitarias
naves inmensas en tus pechos de adorno
y claves de lectura
que me venían dadas en tus amplias zonas:
que yo las diré manos.
Jamás me asomaré a la huerta
desde la otra mano
y esconderé mi llave en otro destino: ni
el espacio de tu cadera
me dirá que ando solo como quién anda solo.
Al fin un día iré descalzo de un solo ojo
mirando la fruta
y la ventana abierta
y el rezago de algún cuidador del musgo
se me dará en la entornillada cabeza.

Jamás entraré en mi cuarto sin tu olor a barco
a esperma rota
o pantalón o talón descocido: me permitiré
el aroma de la calle
y de la vainilla: jamás
visitaré tu estancia
de donde uno sale y no se encuentra; ni
esas tus gradas por donde mi voz anidaba
y por donde me hiciste el amor a ratos
como cuentagotas
como hilvanando una partitura de la carne: jamás
renunciaré a mi sílaba
ni a mi fonema de garganta
ni a ese resquicio de maternidad
ni a tu casa que
se ubica en el cénit de la sombra y del pino.

Jamás me dirás un hola
ni inventaré una nueva voz, ni un nuevo
ocaso para la sed; las predicciones
de la vida
no aciertan a verme contigo: estoy Sintigo
como a desmuerte
como raspado de la rodilla
como ahumado del hueso y como sargento
sin su sombrero herido,

Hace tiempo que me crecen los adioses en la cara
y en mi rodilla
tengo los lunares amontonados
que no te devolví en Cuenca; hace tiempo
que no me quedan ni grilletes
para amarrarme a tu hueso
ni una bodega
ni un llanto
ni un operario de trompo para resbalar
con una sola cuerda a tu lado

Hace tiempo también
que recorro los parques y los niños: alguna
ruina que deforme mi vecindad; el
templo de la luz
y del puente se ha caído
en la cáscara del día: hace tiempo
que tu mano no nace dentro mío
y ya no ruedas como a la intemperie
por mi alma húmeda: hace tiempo
que no sucede nada cierto
ni una verdad
ni un centavo de lágrima: no hay nada
ni un adiósdebarco
ni una especie de síndrome de la caricia.

Hace tiempo
que hay tantas moscas rondándome: a mí
y a mi calavera sucia; a la
luna de vientre y a la terraza de sol: hace
tiempo que hasta mis dólares están sucios
y cansados
y mi pie de danzante
se ha esfumado: hace tiempo
como desde antes
que ya no tengo un túyyo sino un Sintigo
y un hastaluego
y un nomeolvides; quizá
un recordado perdiz me sale: si
tuviera que hacer una ecuación diría
que estás a la altura de mis dolores
y mis remedios: [me toses
fuerte]
como armando un diluvio de escombros
en el ojo del pecho mío: tu sed
no me ha bendecido
ni te has llevado mi aroma; yo en cambio
voy por el mundo
con tu ausencia sucia y a cuestas.

Hace tiempo que me no me distraigo
con la silueta de carne
y el polvo de algún humano; y
bebo solo una bicicleta
y un diente; recorro afazmente
un natural suelo y un piso
de madera fría y errante.
Por lo menos ya debí haberme ido
pero no consigo ni el analgésico
de la letra
ni el parangón del vino ni de la cueva.
Quisiera estar solo conmigo en otra parte
pero ahí vas tú
recortado, liso, apócrifo y desmenuzado
cruzándote conmigo en el hielo
y en Macondo; quizá algún día te olvidé
o te ensucie más de lo que ya estamos.