Latido
Aromatizado de un perfume fragante ante la vida, avanzamos ante la sutil sierra custodiados por el cielo y la tierra.
La nube grisácea pone fin al dolor y restablece la voluntad ante nosotros.
Que dulce es el sonido del
caminar, no importa la
dirección, el rumbo; pues tenemos todo el tiempo en este mundo.
El fin y el principio es paradójico, ya que aquí todo nutre nuestra alma y corazón.
Símbolos antiguos que desatan locura; la antigüedad es dueña de nuestras mentes.
Sombras y espectros que tragan nuestra luz tratando de ya no errar, sin darse cuenta que los vivos también son muertos.
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Hoy los Angeles sonríen al
hombre, observándole con tanta envidia y asombro aquellas alas que poseen para volar a los confines donde no hay luz, haciendo que en si, el propio hombre sea la luz.
Ahora somos un altavoz en el universo
Comentarios & Opiniones
Alexander muy interesante obra, un placer la visita, saludos cordiales poeta, buen día.