La Consagración del Amor.

La lluvia purificaba nuestros cuerpos por aquellas heridas de otros tiempos, ¡Paramos las manecillas del reloj!
Solo el viento era compañero de nuestro viaje placentero, en la calle sujetados de las manos, dábamos pasos con firmeza y con encanto destruyendo el concepto del día y la noche; olvidando los rituales rutinarios de los enamorados reinventando aquel
Amor eterno............