El secreto de la indiferencia.

Era joven y sin prudencia, era joven y el mundo era suyo, era joven y la muerte rondaba en él, era joven que la macabra confusión era parte de él, era joven que no ocultaba su esencia. Lúgubre lugar con luces mortecinas donde acordes son séptimas caribeñas lo alejaban de su realidad, en donde millones de mentes realzaban el vuelo del éxtasis y sudorosos gritaban estribillos acompasados; la cerveza le proporcionaba aquella rebeldía para acabar con mil hombres en un santiamén; no eran como él desde luego, inclusive había algo en él de busca pleitos, pero él era diferente, o en su caso su herida lo hacía diferente. Su bailar era único, interesante y con ritmo inolvidable para ellas, aquellas sonreían maliciosamente imaginando esa noche pasarla con él, robarle su alma y llevarse palabras cariñosas desprendidas de sus labios, oír esa ronca y desgastada voz de él hablándoles de otro encuentro y dejarlo en e olvido del tiempo, él conocía lo que imaginaban...así se fermento su herida.