Hortelana costumbre

Hortelana costumbre

Tus párpados en sombras marineras
jugando, con solombras de las hojas,
penetran en el sol cual altaneras
moradas de mi amor, lento trashojas…
Se escriben con tus piernas, en la sombra,
jazmines y azahar en tu mirada,
perduran estos rasgos en los trinos,
hortelana costumbre, de tus vinos…

Se estremecen tus pies, la tierra endulza,
tu habla es el olor, humus hambriento:
mi brazo en tu cintura, pechos siento
susurros en mi oído, viento pulsa…
Eres la libertad de los frutales,
tus manos, junto a mí, vacían laureles
y en tu risa, frescura de oropeles,
no niega mi candor, mis humedales…

En tus brazos abiertos, la maleza,
retiene la fragancia de unas rosas
cielos grises, recobran la juiciosa
juventud de las horas lastimadas…
¡Vuelve tu color, vuelves a tu espuma!
Vergel donde tus costas amanecen,
¡Vuelves a tu luz, vuelve tu destello!
El arco iris, pétalos brillantes…

¡Eres la tempestad de los ciruelos!
¡En tus lágrimas, llueves por tu risa!
Del árbol, tú retienes la postura,
Muerdes tu dulzor entre mi silencio…
¡El perfume en la tierra te reclama!
El agua de tus manos moja los pies...
Verdes, nos ríen tus ojos libertarios,
¡Tu música es sendero de la flor…!

El vino de tus labios purpuraba
en la cena, mi único sabor...
Remanso de tu piel, adora el vino,
Castalia de retórica Pasión.
Cuando tu copa besaba la unión,
¡Nuestras bocas mojaron el Olimpo!
Arde el pecho en única sazón,
tu cuerpo es la belleza que poseo.

Crucificas mis brazos con tu flor,
¡no cadencia, fragancia de mi amor!