Cuesta arriba
Cuesta arriba
Se me hace cuesta arriba tu mirada,
arribada, lenta cuesta, en tu cintura
por el motivo, tu desnuda cuesta
doblegando mar a mar, desnuda testa…
Se me hace insomne tu estadía,
derribando más que el pie, mi bruno espejo
caliginoso de laurel, tremendo cejo
no de tus ojos, mi vaivén, rotundo trejo…
Sin mi candil, ó derribando tu mirada,
con diurnos álabes de sombra enamorada,
mirada al fin, de mi distante cetrería
mudo mi alfanje, cual la voz, tu voz sería…
Mi rito alzado de tu sombra, de tu testa,
confiere lágrimas terrenas, que despejo,
mi pena máxima al oeste de tu resta
no desafiare ni blasona mi trebejo…
Tan manifiesto, de mi arrobo, lentitud
cuasi desnudo mi amor leve, prontitud,
de ver lo álgido que mueve las pasiones
sobre lo vacuo al fin, distante, de tus dones…
Muda si armas, el desvelo con tu canto,
muda si alzada, ya a la orilla de tu vientre
así adueñando de la alcoba más pedestre,
tu solo vuelo en la fuga, me levanto…
Mueve lágrimas tu voz, me desconcierta,
ya la luna en tu venablo, idolatría
de ver mi mudo afán por humilde cacería
de tus labios por mi ruin, abrojo que despierta…
Mi boca engendra algunas rosas, la mesura
sentir tus labios al tesón, de tu bravura,
tan hacinados, tu mentón, tu boca oscura
así renueva tu pavor, tu sombra pura…
Verte desnuda y tan soez, me embriaga
aletargando tu dosel, mi muda loa,
que en tu desnudo yace al fin, la vaga
entonación desde tu océano a mi proa…
Se me hace cuesta, ya la cuesta en tu bermuda
entierra un ágape de luna mi oro orfebre,
desnuda presta sobre el ánimo tu quiebre,
y vase al fin, ó no embotella el áurea muda…
Cuesta lo que aciago me pernocta,
de tu albedrío ya quizás, se vuelve pena
lo dogmático, el azar de tu verbena
ó ya lo adusto, sinovial, palabra docta…
Es cuesta lo que yace sin albores,
muerte que englosa tu suspiro, en mis dolores...