Ágata
poema de Erasmo
Cuando venías, Ágata,
yo deambulaba sobre faroles dementes,
para trazar el camino delirante
de nuestros vestigios.
Cuando susurrabas en mi nombre,
y me decías:
"Penétrame en la sal
de mis heridas",
y tu sexo divagante
estallaba en el latir de la noche temprana.
Ágata,
cuando blandías el éter,
y consumabas el fuego,
cuando iluminabas el cordel
de un tiempo ido.
Ay,
Ágata,
te recuerdo vívidamente,
porque jamás te ví,
ni te escuché,
porque guardé retazos
de este imposible.
Comentarios & Opiniones
Una radiante poesía,renacer siempre.
Saludos cordiales
Beso.
Sensuales recuerdos sin la real experiencia...Ágata te recuerdo vívidamente, porque jamás te ví, ni te escuché...un placer amigo querido, feliz noche por Argentina