Abigael Bohórquez o el niño hermoso.

Te amo, Abigael,
¿qué sientes ahora sin sentir?,
la pregunta absurda también es poesía
goteando desde tu muerte primorosa.

Te amo, Abigael,
tu resquicio dllata el fulgor
de las pequeñas cosas.

¿Recuerdas cuando íbamos borrachos
entre apuradas calles
y besábamos la luna?

Oh Abigael,
tu pelo se parecía al sueño
de las carcolas inciertas y únicas
que vivían en el verso.

Oh Abigael,
en los callejones nos ocultábamos
con el sexo a la deriva
y meábamos el cosmos desde arriba.

Oh Abigael,
tu candor me arropa siempre,
hermano de mis astros,
de mis crepitaciones,

En esta cama hubiésemos dormido a gusto,
¡tontos vagabundos al cuadrado
o a la enésima potencia!

En esta cama hubiésemos fundado
el estribor de las lluvias,
el canto de las estrellas huérfanas
y el sol descascarado.

¿Quiénes fuimos?
¿quiénes somos?
lo único seguro es que tú eres el yo
que se proyecta al futuro,
un muerto mío,
mío y de todos,
mi futuro.