A la bella música

poema de Abel Mendoza

Había un niño que tocaba su violín,
con fina y delicada técnica lo hacía;
había una mujer que con su guitarra ponía fin
a la partitura del himno de Berlín;
había un anciano que con su piano decía
lo que con su boca no podía.

Dime tú cómo logras cautivar a la gente,
cómo expresas la existencia de lo inexistente
a través de la compleja sencillez de un sonido.

¡Oh música!, eres tú la proyección audible que ha teñido
el mundo con gracia y buenas acciones.
Gracias a ti por siempre haber protegido
la pasión de los genios del presente;
gracias a ti por llegar hasta nuestros corazones
y darnos el placer de componer canciones.