Con el dolor escondido

Con el dolor escondido por cientos de años,
con el rostro endurecido y surcado de arrugas,
bajo el poncho de lana cruda negro y rojizo
corre la sangre indómita por ese corazón aún enhiesto
de una raza oprimida por el oro blanco y ciego.
Muchos siglos no han logrado borrar de sus memorias
cuando el pasto verde ondeaba valles y colinas
en donde pastaban los guanacos, alpacas y ciervos,
descansando bajo las frondosas sombras
de gualles y robles, araucarias y pellines.
La esperanza firme y confiada en la madre tierra
deja escapar del alma el suspiro supremo
en busca de las nuevas vidas que le darán el sustento
a los hijos de generaciones sabias fertilizadas
con el impulso profundo y limpio de sus ancestros.
El aire que se respira en éstos tiempos modernos
ha querido ahogar esos gritos silenciosos
de un pueblo milenario que ha sabido sobreponerse
escondiendo en sus almas lo heredado del mas fuerte:
la valentía, el coraje y la soberbia para luchar siempre.
Lágrimas amargas, agridulces y saladas
han condimentado sus justos pensamientos
que han tardado en llegar y coronar las esperanzas
de hombres, mujeres y niños de todo un pueblo
de tener en sus manos el pan del diario sustento.
La vida continúa con su implacable progreso
destruyendo sueños o logrando hacerlos concretos
donde lo verde del campo se ha vuelto gris, seco,
cuando el hombre oprime al hombre
y lo denigra sin comprender su error supremo.