Aliento de Dios
Cómo me sangran las manos de tanto no acariciarte,
mientras los días se funden en opacos cristales
que ,al cerrar mis puños vacíos de ti, se hunden en mi carne
y la sangre de tu fantasma se derrama en manantiales.
Cómo me duelen los brazos de tanto no abrazarte,
mientras las voces de mares azules susurran tu nombre
que oprime mi pecho, a punto de desgarrarse
en mil latidos como peces nadando en tus aguas salobres.
Cómo me quema la boca de tanto no besarte,
y mis besos, como flores secas por tus labios lejanos,
van pudriéndome el alma y convirtiéndose en parte
del cementerio de ilusiones que sembré hace tanto…
Cómo me arde el cuerpo de tanto no tocarte,
mientras el éxtasis del sueño se diluye en la aurora,
y mis huesos, mi piel y mi sexo no cesan de reclamarte
y en espasmos de fiebre y llanto, la espera mi vida devora.
Pero existe algo que sí tengo y me cura todos los males
y, cual aliento de Dios, me devuelve la vida toda:
más allá de la distancia, del tiempo y de los penares
tengo conmigo tu amor puro y sincero, aquí y ahora.
Comentarios & Opiniones
Una excelente obra con inefable reproducción de la armonía del alma, te felicito :)
Hernán, gracias por haberse detenido en mi escrito y dejarme un comentario. Abrazo fraterno.
Hernán y Blanca, gracias por haberse detenido en mi escrito y dejarme un comentario. Abrazo fraterno.
Ay Poe, Poe, Poe...Menos mal que no soy diabético, porque con la dulzura de tus comentarios me hubiese dado un pico de glucemia hace rato. Gracias por tanta onda.
hermosos versos hay en tu obra es un gusto leerte, saludos.
Jaime, siempre es muy grata tu visita en mis textos. Agradezco por ello y te dejo un gran abrazo.
Ray: gracias, viejo, por tu tiempo para leer y comentar y por tanta buena onda. Te envío un abrazo fraterno desde este rincón austral.