Tortuoso Recuerdo

La palabra Unión se desgarró en dos silencios.
Aquí abajo ya no hablo, mi voz se anudó y se la ofrezco al cielo.
No sabes lo mucho que era para mí, el polvo que me dabas.
Tan diminuta mi alma, que tus migajas fueron un banquete.
La edonia te tejía un manto de cirquera, y yo, el simple payaso que aplaudía en su sombra.
Tus besos, tácitos y mudos, y aun así las abejas de la miel danzaban a su alrededor.
Mi corazón, un niño que se marchitaba con tus golosinas de olvido.
Hoy, te lo digo con laconismo: maldita la hora en que entendí que sumar contigo era, en realidad, restar mi alma.
Inescrutables tus sentimientos, tus intenciones y mi masoquismo por amarte en la agonía.
En el silogismo del presente, te pienso. Caníbal, voraz, silencioso y depredador, como si amarte fuese un crimen. Como si pensarte fuera un delito sin perdón.
Como si pensarte, tan solo un instante, pudiera traerte de vuelta.