Lo percibí.

Lo supiste desde el primer momento,
A pesar de todas las veces que quise separarme,
Que quise ignorarte.
Sí, claro que sí.
Por supuesto que lo percibí.
Fui consciente desde aquel instante,
Lo comprendí cuando te observé mirarme la entrepierna fugazmente,
Cuando noté que te reías con malicia al verme el pantalón.
Deseabas tenerlo, querías conocer el secreto, poseer la virilidad que encadeno.
Oh, Criatura.
Sé bien que es el deseo detrás de muecas simples,
Del arte del disimulo.
Ahora estás aquí,
Arrodillada en total sumisión, dispuesta a iniciar la comunión,
Y observo tus ojos.
Qué magníficos se ven desde arriba, esas grandes perlas oscuras,
Como pozos de imágenes espejo,
Como ámbar fundido en la corteza.
Tus labios se acercan, tu respiración me toca, y tu cabello parece un velo enmarcando tu rostro.
¡Oh, sí!
Me gusta como deformas tu expresión y la contorsión con la que me succionas dentro de ti.
Yo desaparezco y aparezco, aparezco y desaparezco.
¡Uau!
¿De qué otras cosas son capaces los ángeles?
Al final del día hay zonas erógenas dentro del hábito de las monjas,
Y deseos lujuriosos en sus mentes.
Porque qué magnifica es la autoposesión de ideas preconcebidas del abandono,
Y qué fuerte es la biología en su reproducción.
Ven, ahora.
Bésame lascivamente,
Dame de tu saliva y enjuguemos cada germen con el amor,
Quiero entrar en ti, así.
Mientras bebo todo aquello que lleva tu sabor.
Oh, misterio insondable de placer…
Oh, dulce pecado que precede el milagro…
Oh, Mujer que me das y me absorbes, y me acunas en tu cumbre de la vida.
¿Cuánto más suaves pueden ser tus pechos que presionan mi diafragma?
¿Qué tan hermosa puedes ser cuando gimes sin alarmas?
Voy a tomarte así, y luego desde atrás y luego sobre ti…
Y de todas las formas en las que puede un hombre poseer a una mujer.
Soy ahora; el agua que nutre las flores tras el amanecer; soy tú; en tu vientre gestando algo más; soy fuerza en la fe; misterio revelado; duda marchita; horizonte de sucesos.
Clama ahora mi nombre, muerde mis carnes, y hálame el pelo.
Quiero sentir el dolor que produce tu amor, quiero el sabor que produce tu sexo,
Y quiero todo.
Todo lo que nos hace humanos y concebimos y adoramos e idolatramos.

D.G. Falls
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Lo percibí.