Sangre de luna

Blanca, cual montes tras nevada,
Suave cabellera, aterciopelada,
Que la envuelve y que me envuelve,
Que me dice que espere, todo vuelve.
No quiero creerla, he de creerla,
Cuando dice que no fue ella,
Ya no sé qué pensar,
Días sin parar de divagar.
Manos que me encerraran,
Que me tendrán presa,
Una y otra vez más.
Y que he de pensar?
Me tendré que arrodillar,
Besar sus pies ominosos,
A ojos de otros, mugrosos.
Empiezo a verla con ojos distantes,
Con los del resto que me quitaste.
Sola en una esquina,
Huele a pescado y lima.
En mi habitación aún veo su rostro,
El de antes de que se tirara al pozo.