Hogar mío

Me duele recordarte, hogar mío,
pues antes no estabas tan herido.
¡Qué te hicieron! ¡Quién fue tan frío!
¡Cómo cambiaste, si no me he ido!.

No olvido aquel patio frondoso
donde tantos jugaron, rieron,
besaron, lo vieron precioso,
a amarte profundo aprendieron.

Lloro cuando lo veo ahora
sin agua, sin vida, muerto,
sin rastro de la inmensa flora
sin más paisaje que un desierto.

Pasaba horas viendo tu techo
vasto, cubierto de luz y matiz,
me destruye verlo tan maltrecho,
gastado, triste, azulado vuelto gris.

Y la bañera eterna que brindaba
tanta vida y alegría por doquier,
cada vez es más opaca, menoscaba
todo reflejo de lo que pudo ser.

Añoro cuando no me asustaba pisarte,
cuando el viento no lograba romper nada,
ni el calor ni el frío podía matarte,
resguardado en tu dulce y firme morada.

Pero hoy sólo ofreces tortura,
y donde rebalsaba sólo hay vacío.
¡Qué te hice! ¡Qué locura!
Ya no te reconozco, hogar mío.

Debí limpiar cada rincón, casa vieja,
reparar tus puertas, tus ventanas igual,
en vez de cerrar los ojos a tus quejas
y vivir a costa de tu amor incondicional.

Debí evitar que te hicieran daño,
arruinado tu desván, tu sala está.
Debí despertar y actuar hace años
pues para lamentarme es tarde ya.

Una guerra dieron a tu "te cuidaré",
¡y lo único que hiciste fue querernos!
Por tu recuerdo, juro, no los perdonaré,
¡malagradecidos, que ardan en el infierno!.

¡Qué ciego fui! Por unirme a ellos,
por pelear contigo sin razón siquiera.
En mi memoria vives aún, hogar bello,
espero me perdones, cuando muera.

En la absurda contienda que libramos
ganamos lujos, y perdimos un hogar,
el único que teníamos, que amamos,
un planeta azul, que no supimos cuidar.