El secreto del árbol del tiempo

Si el tiempo no fuese enemigo del hombre a lo mejor hubiera más amor en la tierra, malvado reloj que nos ha robado tantos segundos y pudiese seguir en cama adormilada pero la luz penetra lo más oscuro de mi alma, el sol hace lo que se le antoja y los pájaros nos avisan de un nuevo día sin ti.
Dinero nos ha comprado vida, pagar recibos, alimentos y no queda tiempo del que dicen que hay. Se esfuma entre las nubes. Malvado tiempo que ha sido mi mayor enemigo estos años. Corriendo por las esquinas del barrio en que vivo, ya me fatigué de tanta anomalía, de tanta realidad oculta entre carteles y libros.
Bendito tiempo que me ha regalado estrellas solo para mi, nubes con formas de Dios y ángeles, lunas creciendo y soles intensos, mares que agotan tiempo y espacio cuando te sumerges en él.
Como dijó Drácula: crucé oceanos de tiempo para encontrarte. Pero incluso tuvo que morir por ella para que su amor fuese eterno y en guerra perpetuamos los bruscos amaneceres donde la lluvia parece estar lejos pero en el momento en que menos lo esperas, como parpadeo truenos renacen.
Me pregunto si el amor no es la respuesta de otros, como viven desprolijos sus conciencias. Pero si el amor es la respuesta y el tiempo me ha robado besos y caricias, entonces la naturaleza de lo irreal sea el amor por casi todo.
Los árboles silenciosos siguen su curso dejando el pasado acostumbrarse al tiempo, dejando hijos morir sobre sus tierras, sobre su olvido.