Luz y calor

Escribí cartas en los días de lluvia
Miraba por la ventana y algo me recordaba tu nombre
Las ciénagas y los árboles que crecían

No necesito ser consciente de todo lo que escribo
Se necesita cierta necedad para ser poeta
Cierta embriaguez que te diga que no tienes la razón

Escribí acerca del calor de las casas de luces cálidas
De los niños teniendo sentimientos que prontamente serán olvidados
Sólo vivirá en ellos la nostalgia
Por el juego, por el amor, por la mentira, por la ilusión

Escribí de parejas enamoradas que copiaban a las películas
Cuando la realidad todos sabemos decae en el error
En la humillación, en las cosas que no esperaríamos que saliesen

Y escribí ―por último― acerca de los departamentos vacíos
Donde sólo abundan el abismo, la desilusión, el conflicto
Donde el frío gobierna las cuatro paredes
Y donde no hay nada más bello que lo poco que queda de calor

En el recinto, del residente, que niega la existencia de las dos anteriores cartas
Aunque cae en la ilusión
Aunque cae en la ilusión de creerse el cuento
Que alguna vez vivió en sus arterias, oxigenando su cuerpo
Aquel calor de los días de su infancia
Aquel calor de las películas románticas
Quisiera creer que donde hay luz, hay calor
Y que no sea un espejismo

Soy afortunado
En mi vida, donde hay luz, hay calor
Donde las cosas pintan como son
Y no caen en el engaño
Tengo a mis hijos y a mi amor

Aun estando solo en esta habitación
En esta noche de lluvia
Donde hay luz, hay calor