¡Ayúdame!

Por más que me esfuerce,
Cada vez que quiero escribirte,
No sé qué es lo que me sucede,
Pero no sé qué decirte.

¿Serán las palabras tan vagas?
Me traicionan con su poco valor
Y no logran expresar ni con ganas
Lo excepcional de tu corazón.

Mis poemas no le hacen justicia
A tu esplendorosa y tierna sonrisa
Que, cuando veo, todo se desmaterializa
Y descanso sin pensar en mi día.

Pero desearía que se dijese lo mismo
De mi opaca y pobre vida
Que, cuando observo, me deprimo
Y me daño al pensar en mi día.

Me consideran “el más listo”,
Siendo que soy el más tonto.
Me llaman “el más bíblico”,
Siendo que soy el menos religioso.

Sé que no estoy tan mal,
Después de todo, te puedo mirar,
Pero lo que no me gusta de mí
Me es suficiente para lamentar.

Y no creo que seas inalcanzable,
Después de todo, admiro tu nobleza,
Pero lo que sí me gusta de ti
A mi orgullosa persona supera.

Es solo que me consume mi ego
Que obstinado no quiere irse,
Y mi soledad es su fiel compañero
Que pura zalamería le repite.

Cuando te contemplo, me amo,
Pienso que soy afortunado.
Pero cuando ya no andas a mi lado,
Lo olvido todo de un solazo.

Las palabras no me bastan para ti,
Pero una cosa te puedo decir...
¡Ayúdame! Confía y acércate a mí,
Que un abrazo o un beso me haría feliz.