Pálida tridimensionalidad

La discusión,
el féretro...
la dolorosa verdad pintando el lienzo con sangre,
con el verde sincero de la naturaleza mezclada con el amarillo miedo a lo desconocido;
mezclada con la vida,
con la suerte y la vigilia.

El conflicto,
descansando en la fiera inexorabilidad del tiempo,
que rasguña la piel de la paciencia,
mientras la noche se desquita con el atardecer,
mientras el colorado horizonte se estampa en la mirada,
mientras lo consciente se une a lo instintivo,
mientras el sueño se cuela en el despertar.

La guerra,
rompiendo el dilema de la supervivencia,
retocando las superficies con la fuerza de lo absurdo,
la ira sin permiso,
sin las correas del sentido común,
sin la sombra del ya desvanecido orden,
de la feliz monotonía de lo cotidiano,
sin la razón en una copa,
sin una mano firme...

El destino emanando palabras y discursos vacíos,
bautizando sombras, derramando gotas en la árida imaginación,
en un terreno enfermo, cuasi desértico,
vertiendo el ilusorio caudal de la esperanza en la guadaña afilada,
en la miel añeja,
en la posibilidad olvidada,
en la mendicidad entronizada.

La paz es una joya perdida en un pantano grisáceo,
la paz aun puede brillar,
pero su reflejo no vibra con algún latido cercano,
la paz está perdida en frente de nuestros hermosos y ciegos ojos...

Creer...