Vagando solo

Creo que ya el mundo se ha marchado.
Ya las calles respiran como un bosque
y los edificios son tumbas perdidas.

El aroma de las rosas negras es tan insípido.
Todo se va, todo se arrastra y no sé adónde va.
Mejor es anclarse en puerto viejo y mirar arriba
donde tiritan las gaviotas, huyendo del frío.

Qué fuerte ha sido esta plétora avalancha.
Ha destrozado tanto, hasta el vacío.

Quedo como estatua de cobre viejo.
Levanto mi boina plateada
y me aparto, deambulando cojo.

Ay, dios. Siempre quema en los labios.
Se me desangran las palabras
y la orquesta, al verme, es turbia.

Ay, como ansío ver en este laberinto
una señal eléctrica y ruidosa
que me aparte del tedio sombrío.
Mas no quedan fuerzas, sólo versos.
Sólo queda encontrarme a mí latiendo