Ella, sin nombre”
Por Yonathan Vargas
14 de diciembre de 2025
Sus ojos verdes
guardan la calma de lo sagrado,
no por ser divinos,
sino porque en ellos
la vida descansa.
Todo en ella me resulta bello,
incluso lo que no comprendo:
su forma de estar,
su misterio tranquilo,
su manera de existir
como si el mundo no pesara.
Su cabello parece cambiar con la noche,
reflejo del tiempo que pasa sin herirla,
acompañada por la luz suave de las estrellas
y el recuerdo cálido del sol.
No digo su nombre,
porque ella sabe
que estas palabras le pertenecen.
No la conozco del todo,
y aun así la respeto.
No sé qué piensa de mí,
ni qué lugar ocupo en su mundo,
pero le escribo sin exigir,
sin prometer imposibles,
solo con verdad.
Su luz no apaga la mía:
la acompaña.
Y aunque la siento más intensa,
no me hace menos,
me inspira.
Si algún día llega,
la amaré sin prisas,
sin cadenas,
sin miedo.
Y si el tiempo decide otra cosa,
la guardaré con gratitud,
porque amar también es elegir
lo que fue verdadero,
aunque no se quede para siempre.




