Nuestra propia velocidad

Pensé que estaba soñando, ya que los sueños son mas donde deseo estar, quisiera por un momento que el sueño poblara mi realidad y me diera un respiro, sin embargo, no estaba soñando, o eso sentí después de cierto tiempo.

La estaba besando, como olvidarme de ello, movía mis labios al ritmo de los de ella, tenia la velocidad de los correos que nos enviábamos, sus labios rojos se sentían suaves e intocables, pero yo los estaba tocando suavemente con los míos, jugando a no acabar nunca, su cabello rojo se deslizaba por su espalda curva y pecosa como una hidrografía De ríos rojos de pasiones del pasado y algunos cabellos estaban sobre mi hombro, no mire, los sentí sobre mi hombro, mientras nuestros labios subían y bajaban, buscando no acabar, nuestros ojos cerrados tenían prohibido mirar, pero sentía sus ojos sobre los míos, ¡que beso!, deslice mi mano buscando la suya y al encontrarla el beso se atrapo en una sonrisa, sus manos medianas con unas uñas color Rojo Toro que vi al final me mostraba su delicadeza, mis dos yemas de los dedos se transportaban por aquellos ríos rojos de cabello, sentía su oreja y al momento encontraba su arete y después terminando en su cintura, era delgada con una curva que sentía mis manos, la tome de su cintura y continúe con el beso, al ritmo de nuestros correos.

Sentados en algún lugar dando una beso largo, siendo tan distantes y extranjeros, pero estábamos allí, bajo el sol interrumpido por el vidrio, sintiendo sus labios y lengua, sintiendo sus ríos rojos, y ella, sentía sus uñas dibujar por mi pecho, hacías segmentos cortos y jugaba con mi pelo, un pelo castaño y corto, algo desgastado, parece un desierto.

Si vieras como te pienso desde lejos, espero que no se te olvide nuestro beso, yo te escribo, y te recuerdo, contamos con una larga distancia para tocar tu cuerpo, el ecuador de tu casa me da una pista para llegar, eres extranjera, pero me diste un tan local beso, solo espérame, a la velocidad de nuestros correos.