Te ruego, montaña, flor, hierba...

Vives en dos ciudades, eres un cuerpo distinto
en cada una de ellas
Te preguntan: ¿Por qué?
No voy a hacerlo, ni a besarte
a venirme a tu rincón, tampoco a perderlo todo
bajo el puente del tren
Eres una tristeza que muda a cien kilómetros
en amarga hondura hasta poder matar
lo que de ti se prenda. Y eso es muy fácil
No te preguntaré ningún por qué
No me voy a acercar lo suficiente
Eres una herida en el alma
que sueña con esa otra
raja tan dulce de donde caen gotas
de un muy diverso y latente placer
La hija en ese punto, la que busca un poco más
en ese otro