Adscrito al deseo

Adscrito al deseo

Y si es verdad que existo como Schopenhauer dice,
adscrito al deseo, frustrado naturalmente, oscilando
entre el fino trazo de la suerte y el fatal maquinado,
entonces al menos soy capaz de una cosa: renuncio
al compromiso con la realidad, le declaro mi derrota.
Así escapo a mí mismo y sorteo los cauces, los circos
que me arrojan al mismo sitio donde caen las horas,
y una vez perdido, tal vez extinto, comienza el día
en la otra parte del mundo, justo al final del camino
disolviendo la memoria, reiniciando el laberinto.

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