Tic, tac

Un día, las fuerzas se agotan.
Las ganas de escapar pesan mucho más que los deseos de buscar aquello que se supone debemos lograr.
Un día, el cansancio, que siempre ha sido una bomba de tiempo, termina por explotar.
Tic, tac, tic, tac.
Las horas siguen volando y en tu cabeza solo escuchás las voces que te atormentan y te dicen ¡te has perdido!
Sí, el peso que llevás no te permite avanzar, y no por cobardía, sino por exceso de valentía.
Y allí vienen, las olas que te arrastran a lo profundo del mar, las que te ahogan los gritos, las que te hunden profundamente.
Y como el agua salada, las lágrimas brotan, pero el bullicio no cesa.
Tic, tac, tic, tac.
El tiempo se agota, como se agota la voluntad de nadar contracorriente.
¡Apaguen las luces!
Al final, el espectáculo debe culminar.
Ya no importa cuánta cordura se haya simulado, el manicomio te está esperando.
¡Antes que eso, un vaso de agua!
Un vaso de agua para escapar de esta falta de esperanza.
Tic, tac, tic, tac.
Al final, la gente pasa.
La gente pasa y se sigue enterrando cada día.
Ya no hay luz que te ilumine, no en estas profundas tinieblas.
¡CORRE!
Vete, con tu exceso de valentía.
Silencio.
-Sin Rostro-





