Poema al moscardón:

poema de San Brendano

He venerado la consciencia de los sabios y además de ello, he descubierto la unción que habita sobre los jóvenes. Mi cuerpo es una silueta vaga y monoteísta. Quisiera descubrir el porqué de la hegemonía de los hombres recurrentes y su canción diaria como una estrella fugaz. Observó la universidad: un techo compuesto por lámparas de neón, varios asientos, leche derramada en el suelo y cuatro niños alrededor mío que no hablan y se guardan de esbozar una sonrisa en sus labios de ciempiés.
Soy una canta-autora distinta a los otros. Creo haber nacido en una época vigésima y especial. Estoy cursando matemáticas y no siento en mi interior otra cosa que solo disgusto y poca elegancia a lo poeta. Mis tiempos libres sirven para recrear a los videntes en sus horas de paciencia y allí argumentar que son gurús y pronto hallaran la respuesta a todos sus silencios y vidas pasadas. He amanecido con gracia: mi cuarto es igual a este espejo de cinco paredes hexagonales. No sé debido a que idea rara y pretenciosa recurro a la imaginación, no tendría que resguardarme en aquella callejuela vasta y seca. Mis letras dominan el lugar. Alicientan el marcador rojo, pronto lo veré sobre el pizarrón. Ellos vendrán a mí y sus conversaciones serán del futuro.
No aprobare nada. Mi consuelo no es este. No es dibujar en consiguiente un rostro hermoso y pacifico, mucho menos es contar con los dedos mi visión del paraíso y el camino favorito. Jamás lo tendré como inicio, mi etapa no será conceptual. Mis ojos se ven otra vez en este salón con diez muchachos caminando conjunto a mí: nos hemos llenado la boca de historia, química, anatomía y quien sabe cuántas locuras más. El profesor ha ingresado: ya abandonare mi oficio de relator y contare otras cosas más alarmantes y singulares, no adivinaran que escribo historias y que ellos se libraran en esta sala descompuesta, ceremonial y al mismo instante regia, por haber encontrado en las letras a al mundo espiritual sumido en el principio lleno.
¡Y a tí, moscardón: Dios te guarde! ¡Debería estar contando de tus viajes y leyendas, pero el señor comprenderá que mi mente solo espera y reza pacientemente en este complejo habitacional que es la escuela!

Comentarios & Opiniones

La Dama Azul

En definitiva una poeta como vos, no tenéis nada de singular; agradezco por ello y por vuestras letras.
Recibe un abrazo de paz.

Critica: