Ella y la luna

Ella displicente, en la ventana, su mirada en la lejanía, bajo el céfiro
la luna por su belleza, la cubre con argento esplendor, la seduce en su nocturno
de media noche y ella sonríe a su reflejo que la llama suplicante hasta su trono.
Se asfixia muriendo lentamente envenenada con la cicuta de las enervantes
palabras nunca dichas, y aun su frágil figura alumbrada por la diosa, vuelve a mí
entre dulces letras, regresa a mi lecho, duerme y se entrega a placidos sueños de
amor, una noche más tengo celos de su relación con la Luna, una noche más en
un extraño simbolismo.