Divagad.

¿Cómo definirlo?,
supongo que simplemente
se trata de una sensación:
una muy preciada,
una que jamás quisiera perder.
No sé qué tienen estos años;
estas pequeñas pinceladas
de alocada juventud,
de novedades y reinvención.
De perder la cabeza
en cada paso, de abrazar
a lo que creemos la lógica
más cierta e incierta,
más débil y más aplastante.
Porque todo es indefinido,
todo es relativo, amigo.
Y cada día nos revolvemos
entre las retorcidas sábanas
perdidos tal vez
en un nudo de pasiones
y acertijos del día anterior.
Pero así somos,
nada nos convence,
todo nos inquieta
y el rumbo toma su propio camino
cada mañana al despertar.
Quién fuera así toda la vida,
quién tuviera siempre
sus alas dispuestas a alzarse.
Soñadores, camaradas,
pequeños errores de la existencia
que habéis perdurado en ella
al menos durante dos décadas,
seguid deseando escapar,
que no hay sustancia más fuerte
que nuestra amada libertad.
Divagad, jóvenes descarriados,
es un don que se va
con la presión social.
No es ley de vida
dejarte manipular.
Así que, compañeros:
divagad