Un nuevo maestro en la Sinfónica (cuentos infantiles)

- PRIMER ACTO -

Aunque hiciésemos un favor a la rima de este relato, que sepamos, nuestro músico de orquesta, no tocaba la armónica, pero sí, pertenecía a la "Grande" de la Filarmónica.

Si es de vuestro interés, os diré que, el protagonista, de esta historieta, se trata de un joven violinista, que, a punto estuvo de arruinar, el ensayo del grupo de afamados sinfonistas.

Fijaos como fue el asunto, que, en mitad del ejercicio, por un picor precipitado, sintió la necesidad de hurgarse en las profundidades misteriosas de su nariz; y así el pobre infeliz, obtuvo como resultado, un premio inesperado.

Como ocultar su hallazgo no podía, y el disimulo no era bulo, nuestro musiquista, comenzó a realizar movimientos de mano, cual abanico de verano, porque calor decía que tenía.

Aquellos aspavientos, fruto del tesón, para librarse de la quemazón del incómodo polizón a su dedo amarrado, llamaron la atención del guionista de la batuta, que se dispuso a armar un lío de muy señor mío con el culpable del desastre.

¡Sapos y culebras¡,

¡mi instrumentista debe estar majareta¡,

¡pues no está matando moscas en plena opereta ¡.

-Pensó el director de orquesta-.

Acto seguido, descendió de su atril y se encaminó como alma que lleva el diablo hacia el concertista.

Pero entonces, el ofuscado gerente, que corría como una centella, se detuvo en seco.

Tan grande fue el frenazo que de las suelas de sus zapatos salió un poco de humo.

Y es que, de repente, al escuchar, comprendió que en ese movimiento había talento.

Instrumentos de viento, cuerda y percusión, por fin tocan en armonía, "que suerte la mía".

Y, por consiguiente, desde ese instante, "el músico se convirtió en oyente, el maestro en pupilo, y el represor en admirador".

A continuación, exclamó con voz vigorosa:

-¡No te libres de ese tesoro, que a tu dedo ha quedado amarrado, que voy a anotar los tempos¡.

Y para sus adentros se dijo:

"No escuchaba un compás igual desde mis años de facultad musical".

- SEGUNDO ACTO -

Luego haciendo un paréntesis de esta crónica, considero, que ya es momento de presentarme.

-Estimado público, damas y caballeros, señoritos y señoritas, compañeros de piso, artistas y solistas:

-Yo no soy de aquellos que acompañan a charlatanes comensales, ni a perezosos congresistas, estirados estilistas o cultivados juristas.

-Yo procedo de noble familia, educada, y adinerada.

-Dispongo de estudios universitarios, un doctorado apropiado, un máster en música clásica y postgrado en teatro contemporáneao.

-Ahora, que he sido nombrado ayudante de cámara, con el beneplácito del primero de la orquesta, quiero que todos los presentes me sigan sin rechistar.

Me parece que sin mi presencia, no terminan ustedes esta función ni con la bendición de su patrona Santa Cecilia.

-A vuestro pobre maestro que está un poco sordo, le engañáis como a un conejo pero a mí no me la dais con queso.

Antaño, en mi época estudiantil, concretamente en el conservatorio infantil, gané un concurso de talento juvenil.

-No quiero que se pierda ni una corchea de la partitura.
!Somos la Sinfónica¡

-Así que tomaros, antes de empezar la prueba, una bebida espiritosa y que nadie ponga los pies en polvorosa.
1,2,3 y tres golpes de batuta iniciaron el comienzo del ensayo.

- ACTO FINAL -

-Y para ir acabando pronto la lectura de este sarao, os diré, que este año, no pienso veranear sobre el cordal de un violín, por muy Stradivarius que sea, se está mejor en la playa.

Así que lo primero que voy hacer después de la función,
es comprarme un traje de baño, y crema solar, para que el sol no me haga daño.
Este año marcho a la Manga del Mar Menor y de paso me presentaré al festival de la canción de Benidorm.

!Y con esto bajamos el telón de esta narración¡.

Gracias por tus aplausos, mi pequeño lector y por tu aguantar la jarana musical hasta el final.

Si aún no has adivinado quién soy,

¡sórbete esas velas, o usa un pañuelo de tela¡,

que allí seguro que me hallarás.

© 2022 Juan Manuel Samaniego OcaÑa - "Un nuevo maestro en la Sinfónica"
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