¡Oh queridos labios color pastel!

poema de RGS

Otrora época de buenas costumbres, el don de la palabra y su peso valía más que la tinta, más importante que el sello real de sangre azul, más indeleble que un pergamino en el desierto. ¿Qué existía detrás del corazón en sí? Un espejo oblicuo y el amor a uno mismo, un conjunto de viejas heridas que fueron sanadas quirúrgicamente en batallas napoleónicas.

Entraba la primavera y en ella la mirada joven llena de vida, tan refinada y nostálgica como un viejo swing de Glen Miller tras su paso por San Louis en una marcha de Blues, alegrando a su andar como un baile cósmico, que sólo las estrellas y un corazón cambiante conocen. Esa sonrisa confidente que sólo los testigos presencian y sólo ellos dos conocen el verdadero significado de las fanfarrias del amor.

El tiempo le dicta cuando será ese beso que tanto anhelan en donde la llama sigue su danza quemándolos ¡Oh noche de primavera! Tan refrescante como sus ojos color miel, era su musa y lo sabía. No quería esperar cual tocadiscos quiere mover su aguja a la próxima canción – anticipada y a la vez ansiosa - quería probar esos labios y fundirse en ellos como las trompetas pasan por el viento tan suave y a la vez tan palpitante si los sueños se hacen realidad, bajo la luna parisina por fin se unirán.

Es tiempo de lujuria en el pueblo del querer tan inocente como un niño se ruboriza si es mirado fijamente por una pretendiente. No había espacio para la perfidia, era real como los pedacitos de cielo que llevan su nombre. Llevaba fuego sureño si es mucho pedir se preguntan y piden que sigan tocando esos acordes mientras se enamoran.

¡Oh queridos labios color pastel!