GABRIELA

Tarde llegas a mi llamada;
me acostumbré a tu falta, me agoté en simulacros
con la certeza de que nunca cruzarías de nuevo
el límite de mi ser.
Y, sin embargo, reapareces como arma imbatible,
tu sonrisa renacida, clara, tierna, conmovedora, mirada de futuro de la joven
más guapa de todas.
No quiero resistirte, húndeme tu belleza en
el corazón inerme pero déjame que respire
tu pelo de nuevo, como esa noche.
No busco salida a mi cárcel, arrojo las llaves al
río del olvido.
Sin palabras esta vez te abro mi casa
nunca fue un huésped tan deseado; contemplo
mis manos y por la piel nunca vendrás,
soy viejo ya y tú necesitas la fuerza de
otro cuerpo joven y pulcro
Yo fui un día a quien de verdad quieres;
No olvides que mi esquiva respuesta es
temor a perderte de nuevo en
el sombrío corredor de mi existencia.
Eres y serás la más guapa de todos los mundos.
Si al menos guardases para tu vida lo
que ahora reconozco tuyo, me salvarías de
ahogarme de melancolía
en el inabarcable espacio que requiero
para no morirme todavía del amor, de la belleza,
de la inmensa felicidad de que tal vez
guardes mi mirada y me susurres en la inmensidad
del este silencio melancólico
que eres verdad y que a mí buscabas, que soy yo a quien
sonreías, que me querrías tanto.
Eres mi sueño dulce, mi amor bello y sin tiempo.
Mi chica guapa, la chica más guapa del mundo,
mi amor de una vida entera.