De la calle al doblar una esquina

De la calle al doblar una esquina,
por andar tal vez ambos de prisa,
chocamos ella y yo;

su pupila azul encontró la mía,
mi pupila negra encontró la suya,
y un instante entonces sus ojos miré.

Pasó rápido aquello, pues después
de eso, al no conocernos, cada uno
su camino siguió;

mas, ¡ay!, dejó en mí el recuerdo
de cuando en una tarde
en unos ojos… un cielo vi.