CASA

poema de Reyes

Mi corazón existe junto al sol amarillo
Mi amor se nutre en las tardes con naranja y lavanda estrellada
Mis pies pisan sobre la tierra blanca
Adornada de cactáceas y xerófilas
De palmeras, bugambilias y mesquite.

Mis ojos miran la noche nublada y añil
Y desde el Oeste se acerca a mi piel la brisa marina.

A lo lejos los cerros, de verde a veces vivo a veces muerto.
Y es mi vida tan brillante tan blanca tan fuerte
Que a veces ocupo cerrar los ojos.

En la boca el “pendejo”, el “compa”, la “morra”.
Al frente el Padre, de la mano izquierda la Madre
Y con la derecha sostenido el corazón.
Ésta la casa que nunca escogí
La que nunca habría escogido
Pero la que no pienso dejar de amar.

No cambio las noches con olor de azahar
Ni los otoños de infinitas parvadas
Ni las tormentas eléctricas o la ventisca pluvial.
Donde los machos lloran y son amigos
Amo la tierra que dieron mis padres a sus hijos.