A una vieja amistad

Recuerdo cuando te veía caminar,
cuando observaba esa sonrisa,
ese rayo de luz que iluminaba mi vida,
cuando reías y dejábamos el tiempo pasar.

Nuestras horas eran sólo nuestras,
de aquel mundo que construimos poco a poco
y la realidad ya no existía,
y mentiría si dijera que no derramé una lágrima
por aquellos días,
por nosotras mismas.

Antaño todo cuanto conocía era distinto,
aprendí de ti y tú de mí,
nuestras miserias eran contadas,
descritas y justificadas,
nuestras lágrimas derramadas,
nuestros abrazos recibidos sin deber nada.

Añoro tu voz, tu sonrisa y tu ambición,
tu forma de ver la vida,
mi tiempo volando junto a ti,
una odisea que quisiera volver a repetir.