AUTOFILIA
A la distancia se escuchaba musicalizada una balada desconsolada / y peñiscaba a esta desconocida ciudad que sueña ciega con un futuro complejo y relativo.
Y la filofobia flagrante en sus rostros, mientras el aguacero les ceñía. Y de pronto una mueca de su risa se apagó, como mueren muchas sonrisas por el abrupto jirón de la indiferencia. La fulana, como estrella que se desaparece en un cielo negro razo, le preguntó compungida a su amado: «¿Dime, porqué te alejas de mí, dejándome moribunda en este sufrir?».
A lo que el mengano con desdén respondió: «Lo sabes bien, soy un hijo de puta para amar. Deseo estar solo, es mejor para mí y para ti». Y quedó llorando la fulana. Con esa desorbitada melancolía que susurra un abismo.
Y el sutano se fue abrazando a su soledad, con una indolencia traumática que no vio la luz de sus ojos donde daba una danza rabiosa insensante que es el pretexto absurdo.
El amor es un suicida de ese puente caido, en esa enjuta calle en que te perdí.
Y es así, que se asecina la ilusión, menguando susurros bajos esos faroles que testificaron la melancolía de aquella pasión efímera.
¿Es acaso la utopía que desvanece en los corazones o la cruda frialdad cegada en que vive la gente?.
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