Rozando mis dedos

Tristeza risueña emanando de células muertas,
Fingir alegria resulta cómodo a miradas insolentes,
Los asesinos materiales consumen tabaco bajo las puertas,
Fungen de jueces ante las reacciones emergentes.

Los extraños imaginan que todo tiene solución,
Ignorantes de los pensamientos de las minorías,
Sonriendo y provocando ese efecto es como se detecta la depresión,
No es como todos lo suponen; sufriendo y llorando por tonterías.

Todos detectan mi incapacidad para soltar,
Las mismas personas ofrecen sus experiencias,
Creyentes de que no hay por qué buscar
La misma aguja en el mismo pajar.

Hoy soy del club de los deshauciados
Uno de los últimos sobrevivientes de los poetas muertos,
Un binario algoritmo de mis pecados,
Un ciego más gobernado por demonios tuertos.

Pensarán las personas sanas que no poseo un lugar para sanar,
Cómo ellas sufren gozosas entre los cuerpos calientes de sus parientes,
Asegurando que lo que sufro es producto de mi malestar.
Podría sanarme si pudiera incluirme entre la seca alegria de esta gente.

Todo se transformaría,
Vería el vaso medio lleno,
No me preocuparía por la geometría
O por quitarle el cos a tu seno.

Mentiría si no les expongo aquí el pretexto de esta redacción,
No busco su lástima a pesar del dolor,
Solo soy un ser que anhela esa relación
Entre mente y corazón que bien podría llamarse amor.

Solo quiero tu atención en esta lectura,
Está poesía es por un perdón,
Ante este idiota sin máscara,
Que extraña ser un llorón...

Lágrimas imaginarás
En el suelo de tu reinado
Algún día te levantaras
Con el vacío del costado
El dolor de las recamaras
Dónde soledad deja todo apestado.

Que más podría escribir
Simplemente deje de existir
Simplemente deje de vivir
Esperando el momento de morir.