Díasidia
poema de Pablo
Las manos me huelen a muerte.
Yo hubiese querido evitarlo
pero no me dio tiempo:
el ocaso llegó demasiado rápido.
Sobre el día, ahora muerto,
yo podría proferir mi discurso fúnebre.
Pero el día carece de sepulcro
aunque a esta hora esté ya vestido de luto.
Nadie vendrá para hacerle autopsia.
Yace ahora infecundo, estéril, vacío.
Tantos le recorrieron
y mantuvo la esperanza hasta su último suspiro
de una semilla,
de una gota de agua,
de un abrazo,
de un beso.
Quizá yo tampoco podía salvarle.
Era demasiada tarea para una sola alma.
Pero las manos me huelen a muerte.
Comentarios & Opiniones
Espectacular! Un abrazo!
simpre un gusto pasar a leerle
Jajaja buenísimo, excelente... Mis respetos.Que bonitas letras.
Muchas gracias por su atenta lectura y comentarios.
Saludos cordiales.