Hombre tormenta

poema de Nenúfar

Quisiera escribir sobre ti,
pero no puedo.
Me sobran todas estas emociones
que vienen y van sin dueño.
Más allá de toda mi cursilería
y mi romanticismo necio:
de veras que te quise,
de veras que te quiero.

Y sé, que no encontraré
en el encanto de una compañía
ni en el calor de una cama no vacía
tú forma de querer y no ser de nadie.
No me sirve el cortejo rutinario
y la sonrisa complaciente,
no me intriga el sexo para el cuerpo,
los amoríos de verano no me desvelan
los hombres leves ya no me sirven,
después de ti.

Nunca estuve más llena de libros
y de certezas,
aunque conserve mis viejas dudas
y le agregue unas cuantas nuevas,
aunque también yo busque azares.
No logro, por otro lado,
quitarme esta sensación de letanía,
en ella participan mis propias voces
y tus melodías.

Aquí donde estoy,
me siento abandonada por tu carisma,
me convenzo, aunque no quiera creer,
que fui tan solo una llovizna
en el mar de tus playas.
Tú, hombre tormenta,
arrasaste con mis paradigmas
y uno que otro navío que me resguardaba.

He decidido que mañana lo olvido todo
y me voy a vivir a ese país,
cuyo único habitante eres tú,
voy a declararme exiliada por tu olvido.
Esta tarde no sé si la que escribe soy yo
o tu ausencia,
tan feliz de este amor que es solo mío.

Sigo aquí sentada en la esquina de la quinta con once
esperando una causa, un sentido, un por qué
y sin embargo, no espero un cómo,
no quiero una soga,
no espero tu llegada.
no te enojes si te confieso
que he tenido momentos de insoportable soledad
pero no se trata de tu silencio.

No sabes que un alma te piensa en la ventana
mientras se fuma la esperanza,
y un bolero me dice que crees en mí.
Pero yo sé, que tus mensajes nunca van a llegar
y que mi nombre no fue escrito con tu tinta.

Hasta aquí guardo tu nombre,
en adelante serás sinónimo de mi alegría.
Te seguiré enviando sueños como cartas de mi autoría.
me quedo con tus historias de película,
con tus ademanes
y tu sonrisa que todo lo ilumina.

Apago la última luz que quedó encendida de este amor
y te dejo ir como el humo, libre,
para que seas del mundo y de tus libros.
Aquí me quedo,
con mi soledad que esta toda llena y mi vestido.
Guardo entre mis tesoros tus dados del destino
y te jure no volver a vernos
solo para que ellos te devuelvan a mí,
en esta o en otra trinchera.

Siendo contigo aceptó volver la otra,
tanto que dejaste por aquí:
tu apetito de mundo y de sabiduría,
otra forma de querer,
y de mí misma,
la que no llora y no se entrega,
soy la que lucha y se reinventa,
esta que te escribe y te celebra,
guajirita que viaja sola por los caminos,
voces que llaman la vida
y fue dueña en las noches, de tus caricias.

Comentarios & Opiniones

María Lourdes

Nenúfar hermosos versos llenos de nostalgia, me gustaron mucho gracias por compartirlos, un saludo.

Critica: 
La Dama Azul

Expresivas formas de llenar la habitación con nostalgia fina.
"Nunca estuve más llena de libros
y de certezas,
aunque conserve mis viejas dudas
y le agregue unas cuantas nuevas"...
Reciba mis saludos cordiales.

Critica: