Día de jardín I

poema de Nicco Mendi

AMOR DE VERANO
¡Observa!
¡Mira quién llegó!

Aquel de plumajes tintos en la cabeza,
con sus jades bien cuidados y su florido tisú,
ha de ungir y bendecir esta vasta tierra
y cubrirnos con la capa de jacarandas de luz.

Aquel que canta el perfume del fragante Sur
es Xochipilli, ¡el Príncipe de la morada estival!,
y cuando ruja la flauta y maúlle el tunkúl,
ha de coronarnos con una aureola de flamboyán.

Pues nuestros labios han acudido a su encuentro
y han jurado un voto ante la mirada de los dioses,
enraizando sus almas en un solo aliento,
en un único cauce armónico de vibraciones;
un reflejo, la alineación de dos astros;
¡Kukulkán deslizándose desde el espacio!

Ya en el corazón de la lámpara carmesí
brilla la idílica llama oscilante de nuestro amor;
resplandece el Príncipe danzando en su cenit,
¡danzando y vertiendo tersas armonías tornasol!

Bajo este nuevo cielo, en este nuevo mundo,
tuyo y mío, reinaremos una breve eternidad:
quizá dure apenas lo que dura un susurro,
o el capricho de un placer o, la belleza de un rosal.

Un jardín nació:
¡contempla!