Soledad

poema de David Morel

Esperanza que entierras tu garra en mi pecho hiriendo todo en tu afán de vida
inevitable te hundes en el pantano de mi tristeza.
Abres tu boca al aire que no entra,Al légamo, que si lo hace.
Quedan tus uñas en mi alma marcadas,
De ti, esperanza, bajo las arenas del Estrago sepultada.

Mi garganta ha tragado las espinas de la negra rosa.
Todas mis palabras impregnan sangre ahora.
El metal se oxida, de una daga, que atraviesa mi corazón.
El rojo fluye turbio por mi cuerpo.

La angustia se diluye en la atmósfera y llena mi aire.
De la soledad, inevitable, me convierto en latido…
De esa muerte que vive,esa vida que muere
en el seno del ser que lo perdió todo.
He sido desterrado al edén del desconsuelo.
Contemplo flores de piedra en el suelo sagrado Del dios del silencio.

Mi risa no tiene fuerzas para trepar desde el abismo.
una estrella que no consiguió el brillo gravita en el espacio marcando mi camino.
el firmamento esta desnudo y tiene frío.
Se arrastra en el universo vacío La pupila de la noche
buscando el cadáver de su reina.

La sensación de que el mundo ha acabado Conquista mi alma.
camino en las ruinas sin aliento De ciudades del tiempo atormentado de olvido.
Un peso recae sobre mi.Una mano ciñe mi pecho.
No queda a mi corazón cavidad para el latido,
sujeto esta de hiedras que beben su sangre,Y se tuercen sobre su fuerza.

La derrota avergonzó mi vida ante las flores
Y las aves de un arco iris que cerro su imagen A mis ojos.
Reposo mis cuencas de carbón sobre el vacío
De la pena que arde sin sentido y sin calma.

Me quemo en su fuego frío. en su humo áspero ajito mis alas,
En el tumulto de sus volutas que me enredan y me derriban,
Sin encontrar jamás un rumbo.
Los fragmentos de mi alma en cenizas,
Como un papel ardido flotan en el aire
y descienden al suelo su ultima congoja.
Mi piel se lastima como las hojas del otoño,
mi espíritu marchita en los funestos riegos De la ausencia sobre su raíz.

Mi existencia es un absurdo reto al destino,
Mi mundo es mas oscuro que el negro.

Jamás creí al dolor de esta manera tan extensa en mi.
No concebí este reino de lamentos en que habito.
Estéril de alegría este reino agoniza hasta dejarme nada.

Una vela en la noche arde desde mi alma,
Sin arrojar ninguna luz, sin desprender ningún calor.
Sin comprender que ya es inútil su flama,
Sin morir en su candelabro, en que se agota
Como se agota mi aliento en los dedos de la nada.

atrapado en un laberinto golpeo las paredes de mi soledad.
¿Quién vendrá desde la distancia... vendrá por mi?.
Mi recuerdo fue borrado de todas las memorias.
desfallezco entre estas paredes, junto al eco De mis gritos
que mueren repetidamente
entre las Piedras insensibles y monótonas que no atienden a clamores,
Que no suspenden su encierro a mi desesperanza,
Que me roen los pedazos de la ilusión diezmada,
Que me funden al alma de un desconsuelo
Aun cuando quiero olvidarlo todo,
Torcer las agujas del tiempo,
Y no mirar los ojos que me han muerto
en el ocaso de un naranja que me arde en el pecho.

Comentarios & Opiniones

La Dama Azul

David Morel; una obra profunda y bien estructurada¡
"Los fragmentos de mi alma en cenizas,
Como un papel ardido flotan en el aire
y descienden al suelo su ultima congoja."
reciba saludos cordiales

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