Recíproco.

Sumido en las aguas claras del absurdismo, entre el filo de la filosofía y la poesía, me cuelo entre batas blancas para escribir lo que en mi mente es melodía.

Noches sin abrazos de pestañas y con bosques de fuego acosando pupilas, doy con que entre lo que llamamos vida no existe un absoluto, y si acaso lo hubiese, las estrellas bailarian a su son, lo que tenemos es lo que creemos, y quiero creer en ti, en mi poesías, en mis bailes, en mi inspiración, en mi arte, en mis pensamientos y en mis contrastes.

Perdiendo la compostura sobre tus ojos de diamante, también caigo en los problemas y placeres que produce amarte.

Pierdo el hilo y lo saco al natural, un texto que he escrito casi que si pensar, observando la muestra intensa de la concentración en bienestar para soltar de forma espesa el cariño que quiero regalar, porque al fin y al cabo amar no es lo que pides sino lo que das.

Mientras el tiempo volaba en completa calma, mis penas admiraban tus alegrías, mis cicatrices acariciaban tu rubor, mis maldiciones ansiaban tu sonrisa y mis defectos aclamaban tu perfección.