Inclusión forzada

Si querés, podés llamarlo una corazonada:
sé que te asusta, tanto como a mí, el mañana.
Vienen cosas peores, bien lo dice la biblia.
¡Cuidado, van directo a matar a la familia!

¡Cuidado, ya que van directo por tu familia!

No bastará solo con jugar con las antenas
e ignorar complícitamente este problema.
Sé que te provoca rechazo la novedad
y por eso, con vehemencia, cambiás de canal.

¡Combatiré!, de versículo a versículo,
el pecado se ha de pagar con el patíbulo.
¡Compartirás! Conmigo, hermano, el destino
de tapar ojos y oídos a todos los niños.

¡Oh, alguien, por favor, quiere pensar en los niños!

Meterte en la telaraña a vociferar,
poco o nada de este mundo va a cambiar.
Le estás disparando a algo que no matarás.

Ser parte de la maraña y hablar por hablar,
poco o nada de este mundo va a cambiar.
Estás doblando reglas que mañana acatarás.

Si realmente te supone un predicamento
mi existencia, mi valor, mi reafirmamiento,
quizá sea momento de cuestionarte lo obvio:
¿Qué llevó tu vida a que reacciones con odio?

"Te pedí que me salvaras
de mi autodestrucción,
de mis colosales taras,
de apurar mi extremaunción

y dijiste que mañana,
tras que cese la función,
podrías ya con más calma
procurar mi exhumación.

Yo, que solo he oído el mar
en caracolas no más,
he soñado con las plumas
de alas que me rezuman,

me filtran de este lugar".

En un mundo de ases, osó ser un comodín,
ganándose el rechazo de una deidad así,
y esta deidad es poco más válida que Odín.

Aunque tus balas traspasen su carne alevín,
le estás disparando a algo que no ha de morir.
Le estás disparando a algo con piel de marfil.

Confesó odiar el cliché de la muerte del 'queer',
del modus operandi que gastan aquí.
"Yo no quiero ser un mártir, yo quiero vivir".

Si realmente te supone un predicamento
mi existencia, mi valor, mi reafirmamiento,
quizá sea momento de cuestionarte lo obvio:
¿Qué llevó tu vida a que reacciones con odio,

a que confundas al amor con el monopolio?

No bastará solo con jugar con las antenas
e ignorar complícitamente este problema.
Quieren que aceptemos librealbedríos incompletos
y apretados roperos, repletos de esqueletos.

Si querés, podés llamarlo una corazonada:
me parece que los niños no te importan nada;
lo que querías era dejarme en un rincón
y, empero, seré el elefante en la habitación.