ABISMOS SEMÁNTICOS Y DE LA SUBJETIVIDAD [SOBRE EL ESCRIBIR]]

ABISMOS SEMÁNTICOS
[DEL ESCRIBIR CON CLARIDAD]
Para escribir es necesario escribir. La libre ejercitación de dicha empresa otorga satisfacciones y otras cualidades que, sin el esfuerzo de quien escribe, tales obsequios no son posibles.

Ante todo, es necesario que quien escribe, sea en todo momento honesto. Es decir, que no utilice la escritura como un zafio, que no se esconda entre las tinieblas de un lenguaje oscuro lleno de sarcasmos y afrentas, de infundios y otras debilidades pasionales. Asimismo, el uso indiscriminado, arbitrario y errado de un lenguaje completamente exornado, solo conoce un camino totalmente sinuoso, evasivo y menos introspectivo (pululante de trampas semánticas y azares morfosintácticos) pero jamás en su cualidad de claridad. Pues, escribir con claridad exige el oportuno y responsable uso del lenguaje que tiene un objetivo fundamental: comunicar.

Por lo tanto, el proceso de escritura–desde sus albores—debe motivar la coherencia e interacción entre el ejecutor y su contenido. De tal suerte que, ya en boga, se procure dicha motivación en una dinámica frecuencial (contemplación) de conciencia colectiva. Es decir, una escritura eficaz que sin ser audaz ni temeraria, sea valiente y tenaz en su objetivo comunicativo.
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DE LA SUBJETIVIDAD
Para elaborar deducciones—sean las que sean—se necesitan de al menos dos premisas que ayuden a elaborar criterios de verdad, negación o duda; de tal suerte que la persuasión o disuasión de un silogismo  convenga de modo expreso al entendimiento de los participantes involucrados.

Todo razonamiento parte de un argumento, es decir, de una evidencia a priori; en donde muchas veces la experimentación de dichos argumentos se ven superados debido a la diversificación de nuevos horizontes que propone susodicha discusión, por lo que—humildes de pensamiento— es necesario acudir a la fuente de conocimiento para adquirir nuevos hallazgos que nos permitan seguir motivados, de manera que las contribuciones nuestras enriquezcan y estimulen la 'unidad'. Por tanto, la subjetividad solo es buena para la determinación de nuestras síntesis, inferencias y enunciados que se fundamentan respecto a una tesis a posteriori.

Sin subjetividades radicales o monopolios intrusivos: ¡esa es la clave!: nuestra disposición a aprender del otro, porque ahí precisamente se encuentra la humildad nuestra.